Espalda Fallida

El síndrome de espalda fallida se define como el dolor crónico persistente, después de una cirugía de la espalda (hernia de disco, estenosis, artrodesis etc.).

Es un padecimiento frecuente ya que según las estadísticas reportadas, es un problema de salud que afecta a entre el 15 y el 60 por ciento de los pacientes que se someten a una cirugía de columna.

Es una patología relativamente frecuente después de una intervención, sin embargo esto no quiere decir que la cirugía se haya realizado de manera inadecuada, ni que dicha sea mal indicada, si no que el reflejo del dolor no se ha logrado mitigar con dicha medida quirúrgica.

¿Cuál es la causa del síndrome de espalda fallida?

Existen muchas causas que pueden producir este síndrome, y el tratamiento dependerá cada una de ellas. Una de las más conocidas es la fibrosis provocada por el proceso de cicatrización posterior a la cirugía. Esta fibrosis además de producirse en la piel, también ocurre en el espacio que ocupan las raíces nerviosas.

Este tejido fibrotico provoca compresión de las raíces de los nervios y, en consecuencia, se produce el dolor. “Una nueva intervención quirúrgica en general no soluciona el problema sino que, incluso, puede aumentar la incidencia de fibrosis”.

Entre los tratamientos existentes hoy en día son:

Tratamiento farmacológico. Infiltración el sitio afectado de la columna. Radiofrecuencia. Neuroestimulación espinal.

El tratamiento se valora conforme al origen de la causa del dolor, ya que no siempre es la misma, y se debe individualizar cada caso en particular.

En los pacientes que no responden a los tratamientos como el farmacológico, infiltraciones y radiofrecuencia se considera un caso de dolor crónico refractario.

En el dolor crónico refractario la opción terapéutica que otorga al paciente la mayor probabilidad de mitigar el dolor es un implante de sistemas de neuroestimulación medular.

Un sistema de estimulación espinal se compone de un par de electrodos que se colocan en el canal medular y que mediante pequeños impulsos eléctricos inhiben la percepción del dolor e incluso pueden ayudar a la recuperación de la función de los nervios en determinados casos.